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100 leguas para encontrar la Cruz

By 14 abril, 2022 No Comments

100 leguas para encontrar la Cruz

 

 

Sem. Luis Ignacio Lozano Cobos CCR

Etapa de Configuración

 

 

El Papa Francisco nos enseña que es sano que «aprendamos de los santos que nos han precedido y enfrentaron las dificultades propias de su época» (Evangelii Gaudium, 263) como inspiración para enfrentar las propias dificultades, pero también como testimonio perenne de la belleza de la acción del Espíritu Santo, que no cesa de transformar nuestras vidas para conformarnos con nuestro ideal: Jesucristo Nuestro Señor.

En una tumba en Saint-Laurent-sur-Sèvre, Francia, se lee: «¿Qué miras, caminante? Una antorcha apagada, un hombre a quien el fuego del amor consumió, y que se hizo todo para todos». Se trata de San Luis María Grignion de Montfort, cuya memoria celebraremos el próximo 28 de Abril. Una de sus obras más conocidas, el Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, sigue dando frutos impresionantes en la Iglesia, como las consagraciones a Jesucristo, Sabiduría Encarnada, por medio de la Santísima Virgen María, que en cada fiesta mayor de Nuestra Madre hacen cientos de personas tan solo en nuestra Arquidiócesis.

Pero menos conocida es una pequeña obra titulada Carta a los Amigos de la Cruz. En ella descubrimos un magnífico programa de vida para los laicos que, en medio de los asuntos de la vida familiar y social, pueden ser verdaderos testigos de Cristo. En el fondo está el ideal de San Pablo, que predicaba a Cristo crucificado, necedad para los gentiles, pero Sabiduría de Dios para los llamados (cf. 1 Cor 1, 23-24): la aspiración del consagrado a Jesucristo, Sabiduría Encarnada, es reproducir la imagen de Cristo crucificado.

San Luis María hizo suyo este ideal hasta el punto de poder clamar: «¡Si los cristianos conocieran el valor de las cruces, caminarían cien leguas para encontrar una sola! Porque en la amable Cruz se halla encerrada la verdadera Sabiduría, que noche y día busco con más ardor que nunca». Pero su espíritu es profundamente actual, en primer lugar, porque en medio de las comodidades y distracciones, de los egoísmos y aspiraciones autorreferenciales, ¿quién va a querer tomar la Cruz? Y, sin embargo, no hay otro camino para ser discípulos de Cristo: «El que quiera venir conmigo…» (Mt 16, 24).

Y en segundo lugar, el espíritu de este santo y su escrito es profundamente actual porque la eficacia de la misión depende íntimamente de la Cruz de Cristo. Nosotros, como Iglesia misionera que queremos ver a Cristo presente en todo lugar y en todo corazón, no podemos prescindir de la Cruz. Aunque tuviéramos que caminar 100 leguas para encontrarla, sería poco comparado con el valor del tesoro que en ella se encuentra. En este mes, en el que la Semana Santa nos lleva a contemplar con fervor la Cruz y en ella el Misterio de Amor de Dios por nosotros, los invito a leer esta Carta a los Amigos de la Cruz y a redescubrir la centralidad de la Cruz en nuestras vidas. «¡Viva Jesús! ¡Viva la Cruz!»