
Evidentemente los sacerdotes no fueron plantados ni brotan de la tierra como mandrágoras. ¡Nacen en nuestras familias!… están expuestos a todas las realidades de los seres humanos y han de hacerse responsables de esa humanidad en medio de su llamado.
Si responder a ese llamado fuera todo melancolía y sufrimiento, ¿realmente sería ese el proyecto de Dios para nosotros? ¡Obvio que no! Para eso hay que atrevernos a conocernos. Solo podremos conocer a Dios en la medida en que profundicemos en el misterio de nosotros mismos, sabiendo que Jesús mismo es el verdadero hombre.
La dimensión humana busca que los jóvenes seminaristas:
- Crezcan en libertad y madurez para que sean hombres sanos y equilibrados afectivamente.
- Alcancen un recto juicio de su realidad personal y acepten su historia de vida.
- Asuman su existencia como seres sexuados y opten por vivir un amor como el de Cristo, por medio del celibato.
La plenitud y confianza debe ser la meta de la dimensión humana, y el acompañamiento por parte del padre asesor, la vida comunitaria, las responsabilidades, los servicios, los distintos momentos y herramientasde la formación, están dispuestas para que así sea; que creciendoen el conocimiento de sus virtudes y defectos, el seminarista opte por aceptar nuevos retos con sinceridad, constancia y fortaleza. ¿No te parece atractiva esta propuesta?