Muchas veces se puede caer en la tentación de pensar que los sacerdotes solo son hombres de oración, y es frecuente que nos sorprendamos al descubrir que hacen estudios universitarios en filosofía y teología, ciencias que, aunque no son experimentales, sítienen un gran valor teórico. Así cada seminarista, una vez llegado al sacerdocio, tuvo que pasar por dos licenciaturas:

Los estudios filosóficosayudan al seminarista a ampliar su conocimiento sobre tres ejes: Dios, el hombre y el mundo, hasta ser capaces de responder preguntas como:¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Quién soy? Entre más conozca el seminarista la estructura del hombre, con mayor fuerza podrá anunciar la verdad y abrir el diálogo con el mundo.

Los estudios teológicossumergen al seminarista en el conocimiento del misterio de Dios revelado en las Sagradas Escrituras, en el Magisterio y en la Tradición Apostólica.No son meras discusiones intelectuales, sino quepor medio de ellos el futuro sacerdote va descubriendo nuevas maneras de encarnar el misterio de Dios en nuestra realidad, para ser como lo indica la escritura: “Hombres del mundo en el corazón de la Iglesia, y hombres de la Iglesia en el corazón del mundo” (Ap. V) a ejemplo de Jesucristo.

Y así, los conocimientos que el seminarista adquiera no son una gran enciclopedia que se pueda guardar, sino una experiencia de fe. ¡El estudio también puede llevarte a la santidad!